El poder de la Oración.

El poder de la Oración.

Autor Jean Lafrance (1931-1991)

Edit Narcea / Madrid 4º edic 1993


    Buscando lo importante

Padre en el nombre de Jesús, dame tu Espíritu
   Serafín de Sarov al ser consultado por el laico Motovilov advierte su búsqueda y le dice: "La verdadera meta de la vida cristiana consiste en la adquisición del santo espíritu de Dios" Un mensaje dirigido a todos y reflejo de Juan 14.4 y 17.7
   En la parábola de las vírgenes necias se refleja un cuidado en lo externo, practicas y un descuido a lo interior, al Espíritu en nosotros.
    Nos cuesta entender que la santificación viene del interior hacia el exterior y no al revés. Bastaría que nos dejáramos caer en el abismo del Espíritu santo, que nos dejáramos absorver y devorar por él. Donde dios está en nosotros es un lugar de paz, de plenitud y de dulzura.
   Serafín: "El Espíritu Santo viene a habitar nuestras almas... no se nos da sino a condición de trabajar por todos los medios a nuestro alcance, para obtener de este Espíritu santo que prepare en nosotros un lugar digno de este encuentro."
   Moisés tenía un reflejo pasajero de la gloria de dios en su rostro (2º corintios 3.7 y 13) Esa Gloria ya no es pasajera, cristo resucitó definitivamente y nos revistió de su gloria.
La verdadera luz viene del interior -es la del Espíritu- y nos transforma poco a poco, transfigurando nuestro rostro de miseria en rostro de gloria.
   La acción del espíritu en nosotros, "la letra mata, más el Espíritu da la vida" (2ªCor 3.6) El espíritu santo presente en nosotros es la fuente de la santidad. Las obras exteriores vendrán después y serán suscitadas por esta fuente oculta en nosotros.

Jean La france
La oración en el nombre de Jesús.
   Llamar al Espíritu para que traspase nuestro corazón y libere en nosotros la gloria del resucitado.
   Tosa buena acción hecha en el nombre de Cristo nos procura los frutos del Espíritu santo y nos llena de su gracia, Serafín pone por encima de todo a la oración y a la suplica como medios privilegiados para adquirir el Espíritu.
   Una ventaja es que la oración está siempre a nuestro alcance, para hacernos velar en la espera de la plenitud de los dondes del Espíritu. Dice Serafín "Todo Mundo tiene la posibilidad de orar, el rico como el pobre, el notable como el hombre vulgar, el fuerte como el débil, el de buena salud como el enfermo, el virtuoso como el pecador."
   Todos tienen la posibilidad de elevar las manos hacia Dios, en una oración de suplica. Tan solo, hace falta creer en el poder de la oración, y no son los razonamientos ni tampoco los discursos más persuasivos los que nos darán esta fe. Es una gracia que hay que pedir al Señor; y el la da a los que se la piden durante mucho tiempo, intensamente y sin desanimarse nunca.  
   Dice un himno católico ortodoxo que se recita al principio de los oficios: "Ven, mora en nosotros, purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas, Tú que eres la bondad."
   Cuando el Espíritu está en nosotros, suprimir la oración, no pedir que venga al que ya está con nosotros, disfrutar de su presencia, permanecer en silencio para escuchar las palabras de Dios, y dejar que el Espíritu ore en nosotros con gemidos inefables.
   Aclara Serafín de Sarov: "El alma en oración habla y profiere palabras. Pero cuando baja el Espíritu Santo, conviene estar en absoluto silencio, para que el alma pueda oír con claridad las palabras de vida eterna que él se digna entonces traer. El alma y el Espíritu deben encontrarse en estado de completa sobriedad y el cuerpo en estado de castidad y pureza." 
    Jean Lafrance concluye la introducción a este libro con esta oración, que uno puede repetir como deseo sobre nuestros hermanos...
¡Que el Espíritu Santo te haga entrar en el misterio de la suplica
 y conocerás el poder de la oración!

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