El Hermano de Asís.

Título: El hermano de Asís.
Autor: Ignacio Larrañaga.
(Loyola 4 de mayo de 1928- México 28 de octubre de 2013)
Editorial Paulinas. Buenos Aires 1981

   El sacerdote Ignacio Larrañaga escribe una biografía de Giovanni di Pietro Bernardone, conocido actualmente como San Francisco de Asis. Al largo de más de cuatrocientas páginas conocemos la vida del hermano de Asís, que vivió en aquella localidad desde su nacimiento (1182) hasta su muerte (1226).

   Larrañaga escribe muy bien, desconozco si actualmente otro escritor consiga la cantidad de ediciones de cada libro en el número en que el lo hacia (desde decenas a cientos de ediciones en la mayoría de sus libros)
   Dos puntos de los que tomo nota revelan detalles de Francisco:

   ¿Qué es el misterio de un hombre? En lugar de misterio, ¿qué otra palabra podríamos utilizar? ¿Secreto? ¿Enigma? ¿Explicación? ¿Carisma? ¿Un algo aglutinante y catalizador? Tengo la convicción de que todos los misterios, uno por uno, bajan desvelados a la sepultura y duermen allá su sueño eterno. En todos los individuos, su misterio está retenido entre los pliegues de los códigos genéticos, impulsos vitales, ideas e ideales recibidos desde la infancia. 
   Pero en el caso de Francisco encontramos, además, una personalidad singular tejida con fuertes contrastes que hacen más difícil captar su secreto. Sin embargo, para descifrar el enigma de San Francisco tenemos un cable: Dios. He ahí la gran palabra de su vida.
   Dios pasó por sus latitudes. Dios tocó a este hombre. Dios se posó sobre este hombre. Dios visitó a este amigo. Y, con este hilo conductor, comienza a entenderse todo. Ahora vemos cómo los contrastes pueden estructurar una personalidad coherente y armónica. Comprendemos también cómo el hombre más pobre del mundo podía sentirse el hombre más rico del mundo, y tantas cosas. 
   El mérito de esta biografía es presentar la vida interior de Francisco, nos muestra paso a paso el camino que lo lleva a vivir junto a otros un ideal de santidad y cómo después funda la congregación de los frailes menores.
   Tenía un conocimiento profundo del espíritu humano sabía descubrir el ritmo en el que cada hombre iba creciendo en santidad, y así acompañaba a sus hermanos de aventura, con un estilo paternal que le permitía conocer los tiempos de cada persona.  
   Admirador de la creación, descubría la providencia de Dios en cuanto le rodeaba. "Nosotros no sabemos nada. Todo esta bien."
   El humanismo en Francisco. "Una persona -pensaba el Hermano- puede no tener belleza, dinero o bondad, pero puede tener fama. En este caso, la fama será el polo de atracción por el que esta persona será rodeada y estimada. Otra persona puede no tener fama, belleza, simpatía o bondad, pero puede tener dinero. En todo caso, su dinero será d polo de atracción. Otras veces será la belleza o la simpatía. Puede faltar todo, pero puede quedar la bondad como polo de atracción.
   El Hermano vio que las gentes nunca aman al hombre puro, la criatura desnuda.
   -Aman las cualificaciones superpuestas a la persona. Pero cuando comiencen a fallar, uno por uno, todos los polos de atracción y quede la criatura pura y desnuda, ¿quién la amará?, ¿quién la mirará?, ¿quién se le aproximará? Sólo un corazón puro y desinteresado -pensaba el Hermano-. Corazón puro es aquel que ha sido visitado por Dios.
   El Hermano vio que, normalmente, si el corazón no ha sido purificado, el hombre se busca a sí mismo en los demás. Se sirve de los demás en lugar de servir a los demás. Siempre hay un secreto e inconsciente juego de intereses.
   El caso más patente es el de los políticos que siempre proclaman estar interesados por los pobres. Pero, de hecho, generalmente, los pobres son su centro de interés: se sirven de ellos (como un trampolín) para promoverse a sí mismos, crearse una figura social, y, por ende, medrar económica y profesionalmente. Y si alguna vez fallara ese interés, los políticos abandonan a sus pobres con hermosas explicaciones. Y los pobres quedan siempre a la intemperie en espera de corazones puros.
   ¿Humanismo? Humanismo es el culto o dedicación al simplemente hombre, a la criatura desnuda de atavíos y carente de polos de atracción. Es imposible el verdadero humanismo allá donde no exista un proceso de purificación del corazón.
   Sería largo de explicar eso, pero humanismo puro no puede existir sin Dios, salvo a escala reducidísima. Hoy por hoy, sólo Dios puede hacer la revolución del corazón, invirtiendo los juicios de valor, derribando instalaciones y apropiaciones, y levantando escalas de nuevos intereses.
   Por eso hay tan pocos verdaderos humanistas, y por eso los pobres quedan siempre frustrados en sus esperanzas, con un montón de palabras vanas en sus manos.
   En la historia de la humanidad pocos hombres ha habido tan humanistas como el Hermano de Asís. Puso veneración donde no había motivos de veneración. Puso aprecio donde no había motivo de aprecio. Amó de forma sobresaliente a los que no eran amables. Cuanto menos polos de atracción había en las personas, en proporción inversa aumentaba su cariño. En esto, como en todo, no hizo más que seguir el ejemplo de Jesús.

Como el viento irradiar. -Hijos míos, ¿visteis alguna vez al viento encajonado en un barranco o en una gruta? Si no hay espacios libres, el viento deja de ser viento. Asimismo el espíritu de Dios, si no se irradia, deja de ser fuerza y vida. Hemos saboreado el pan de la paz y gustado el vino de la felicidad.

La famosa oración que San Francisco no escribió.
    Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
Pasatiempo de lectura
El Francisco de "Hermano sol, hermana luna"
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo unión,
donde haya error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
   Oh Maestro, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar,
ser comprendido como comprender,
ser amado como amar.
Porque dando se recibe,
olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
y muriendo se resucita a la vida eterna. Amén


  Esta hermosa oración fue publicada en 1912 en una revista francesa, se desconoce su autor. Me gusta mucho esta oración, alienta a vivir la fe, invita a mirar qué esta pasando a mi alrededor y descubrir qué me invita Dios a transformar, y en la segunda parte es mirar a los demás en vez de a sí mismo.

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